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sábado, 29 de abril de 2017

Peligro al Volante




“Muchas veces solemos hacer cosas sin medir las consecuencias, aunque a veces no las tienen, cuando si, estas nos pueden llegar a cambiar la vida para siempre.”

Sara estaba muy emocionada, al fin habría terminado la escuela y ya era hora de comenzar esta pequeña travesía en la educación superior, la universidad. Si bien no podía dejar de pensar en esto existía otro acontecimiento de corto plazo que se robaba toda la atención, la fiesta de graduación, el fin de esta etapa debía ser celebrada como corresponde pensaba Sara, y sus padres también, es por esto que le regalaron su primer auto que estrenaría esta noche.

- ¡Sara! - Gritaba su madre. Una señora ya entrada en edad muy orgullosa de su hija- ¡Sara! - Volvió a exclamar esta vez más enérgicamente que la primera.

- ¿Qué pasa mamá? - Respondió Sara.

-Es Lili, está esperando afuera de la casa, creo que quiere que vayan juntas a la fiesta.

-Voy enseguida.

Lili era su mejor amiga desde hace tiempo, eran compañeras de escuela y pronto lo serian también en la universidad, era innegable que tenían un vínculo especial.

- ¡Dime que no es cierto! - Grito Lili apenas diviso a Sara.

-No entiendo, ¿qué está pasando? - Contesto Sara algo asustada por la expresión de su mejor amiga.

-Dime que no es cierto que nos han regalado el mismo modelo de auto.

-Ahh si, tenía pensada darte la sorpresa- Respondió Sara entendiendo todo y dibujando una sonrisa en su rostro.

-No lo puedo creer, debemos ser las mejores amigas de todo el mundo. Y bueno, ¿estas lista ya para la fiesta?

-Si claro, vamos cuando quieras- Lili comenzó a caminar hacia la salida y Sara fue en busca de su cartera.

- ¡Chicas! ¿En que auto planean ir a la fiesta, quien manejara? - Pregunto la madre de Sara.

- Tenía pensado que ambas fuéramos en nuestros respectivos autos, ya sabes para que todos se mueran de envidia- Contesto Sara segura de sí misma.

-Pero eso implica que ninguna de las dos puede beber alcohol, ni un solo trago, ¡están de seguras?

-Por supuesto, yo ni bebo, y si su hija se pone a beber yo misma la traigo en mi auto- Señalo Lili cerrándole un ojo a Sara.

-Bueno confió en ustedes, es una promesa ¡eh! Nada de andar bebiendo ni aceptando jugos de otras personas, se me cuidan y si necesitan algo o están problemas no duden en llamar que para eso estoy- Respondió la madre de Sara mientras dejaba a ambas afuera de su casa y se despedía.

-La noche estuvo increíble, el DJ, el ambiente, las personas, la compañía de su mejor amiga, todo- Pensaba Sara para sus adentros, excepto por una cosa, habían roto la promesa que habían hecho a su madre, no era la primera vez que le mentían, de hecho, Lili era la que más bebía de ambas, pero habían podido convencer a su madre de que ella no lo hacía. La gran diferencia en esta ocasión es que ambas conducirían.

- Hey Lili, creo que ya me iré a casa- Dijo Sara.

-Pide un taxi, o llama a tu madre para que venga por ti, lucimos bastante mal ¿no? - Respondió riéndose Lili.

Con la gran seguridad de una persona en evidente estado de ebriedad Sara respondió -No te preocupes, pude con la escuela, podre con esto.

Lili tomo asiento en una silla cercana mirando la pista de baile.
-Ok, como quieras, pero ve con cuidado.

Ya en el auto Sara encendió su auto y comenzó su ruta a casa, quizás la ruta más larga de su vida, o así lo sintió ella. No podía ver bien, los brazos y las piernas le pesaban. Estaba consiente de todo esto por lo que no iba a gran velocidad. 

Cuando Sara ya se sentía segura de sí misma y de sus capacidades en este estado un pequeño perro salto hacia la calle. - ¡Mierda! - Grito Sara mientras apretó el freno en seco, de un solo golpe, pero no a la velocidad que ella hubiese esperado. El auto patino y chillo como nunca antes había visto un auto patinar.

En el momento en que el auto se detuvo Sara levanto la vista, a solo milímetros del parachoques del auto se encontraba un perro asustado y encandilado mirando las luces del auto. Rápidamente este volvió en sí y corrió aterrado. – Estuvo cerca, nos salvamos amiguito- Pensó Sara, mientras reanudaba su viaje sintiendo que su corazón se escapaba del pecho de lo rápido que latía.

Ya casi llegando a su casa empezó a sentirse cansada, los ojos se le cerraban, el alcohol estaba haciendo estragos en ella y no estaba en condiciones de seguir despierta. De pronto Sara dio un pestañeo que duro inusualmente mucho más de lo normal, cuando abrió los ojos solo alcanzo a ver la luz roja del semáforo y un camión que venía de su izquierda. Lo más rápido que pudo trato de esquivar el camión. 

Por otra parte, el camionero, un hombre maduro con gran experiencia al volante logro maniobrar su gran vehículo de manera de esquivar el pequeño auto y continuar su trayecto.

Sara abrió los ojos, se encontraba en la caletera se había salvado de milagro, ya quedaba poco para llegar a su hogar y nunca más cometer una locura como la que acababa de cometer.

Se escuchó una sirena de emergencias. –La policía, de seguro ese maldito camionero les aviso- pensó Sara. Pero se equivocaba, era una ambulancia que iba en dirección apuesta a la de Sara y que rápidamente paso a su lado y se perdió entre otros autos. Retomo su viaje y llego finalmente a su hogar, subió a su cuarto y juro nunca más manejar ebria, agradeciendo que aún estaba con vida.

Su madre entro a su cuarto. Sara estaba arrepentida de lo que había hecho y aceptaría cualquier reto o regaño por parte de su madre, pero cuando ella abrió la boca y le hablo Sara estallo en llanto y no pudo dejar de arrepentirse del gran error cometido. 

Las palabras de su madre quedarían para siempre en su memoria, como un tatuaje o grabadas en piedra. 

–Sara- Titubeo su madre. –Acaban de llamar, Lili tuvo un accidente camino a casa.


Fuente Imagen: Freepik.es

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